domingo, 22 de junio de 2025

🔥 “Mi cuerpo es altar y Música”

 



Me gusta cuando sudo,

cuando la piel se vuelve tempestad

y los gemidos se escapan,

roncos, dulces, ricos,

como si cada nota que lanzo al aire

se clavara en tu pelvis.


Me muerdo los labios,

los dejo marcados, húmedos,

como antes de un beso prohibido.

Y luego te muerdo a ti,

despacio, fuerte, con hambre,

porque la boca no es para callar

sino para reclamar territorio.


Te lamo la clavícula en circulitos lentos como melodía desencadenada 

bajo como si mi lengua rezara,

como si cada gota de sudor en tu piel

fuera mía…

y lo es.


Me balanceo sobre ti,

como un compás de fuego,

lento al principio,

y luego más…

hasta que no sabes si gritas,

o si soy yo quien te arrastra a gemir cuando escuchas mis gemiditos lentos....


Mis caderas son un conjuro.

No se preguntan.

Se obedecen.

Y si te atreves a mirar mis ojos mientras  entras a mi, notaras el cambio en mi mirada y te juro que no vuelves a amar sin pensar en mí.


Porque cuando me entrego,

no te regalo amor.

Te marco con deseo.

Y eso… no se olvida.


Y justo cuando crees que lo tuviste todo,

me alejo, suave, desafiante,

te miro con fuego, con poder,

y empiezo a tocarme.


Para que observes,

para que aprendas,

cómo me hago el amor,

cómo mis dedos saben dónde,

cómo me acaricio como deseo que tú me acaricies,

cómo gimo solo por mí…

hasta terminar,

con mi propia explosión.

Con mi propio nombre en la boca                                                                   Alexandralasoprano

viernes, 20 de junio de 2025

 


jueves, 19 de junio de 2025

 


Ella, de rojo vestida, pasaba,

cabello de noche, mirada que embriaga.

Su andar era lento, su aroma, embeleso,

dejando un perfume de amores traviesos.


Él la observaba, con alma rendida,

mientras ella flotaba, lejana, escondida.

Notas sonaban con cada pisada,

y el viento escribía una historia callada.


Ella, distante; él, tan elegante,

deseando acercarse, llorando al instante.

Pero el miedo lo ataba, lo hacía temblar,

mientras ella, sin pausa, volvía a alejar.


Pasaron los años, se fue la emoción,

y ella habitaba otro viejo rincón.

Ella, de labios rojos, pasión encendida,

él solo miraba, con alma perdida.


Seguía el aroma que aún le dejaba,

suspiraba en silencio, la mente volaba.

No entendía el destino ni la lejanía…

Ella vivía, y él… era alma vacía.


Hay amores que arden, pero no se tocan,

que viven y duelen, aunque no se evocan.

Se aman, se buscan, y aunque se adoran,

jamás se alcanzan, jamás se devoran.


Hay amores que vienen de antiguas jornadas,

de vidas cruzadas, de almas selladas.

Y hay amores que mueren, sin haberse ido,

quedando en el alma… por siempre escondidos.



 ¿Por qué la sociedad teme tanto a lo diferente?

Es curioso cómo, cuando una persona no encaja en los moldes tradicionales, suele ser ella quien recibe la presión de cambiar, adaptarse o fingir que es “normal”. Se espera que los distintos se acomoden, se contengan, se expliquen… mientras la mayoría nunca se cuestiona su propia rigidez.
La verdad es que muchas personas no están emocional, psicológica ni culturalmente preparadas para convivir con la diferencia. Y es allí donde quienes pensamos, sentimos o nos expresamos de forma distinta, terminamos enfrentando un dilema silencioso: asumir roles que no nos pertenecen para encajar, o aceptar el rechazo social como parte de nuestra cotidianidad.
Esta presión no es imaginaria ni anecdótica. Estudios en psicología social han demostrado que el cerebro humano tiende a rechazar lo que se sale de la norma, un fenómeno conocido como sesgo de homogeneidad. Según investigaciones publicadas en la Journal of Personality and Social Psychology, las personas tienden a valorar más positivamente a quienes perciben como similares a sí mismas, y a desconfiar o excluir a quienes muestran rasgos diferentes (Park & Rothbart, 1982).
Además, la neurodivergencia, las altas capacidades, la sensibilidad emocional o incluso la creatividad intensa, son características que históricamente han sido malinterpretadas o patologizadas por una sociedad que busca el promedio, lo predecible, lo fácil de clasificar. Según la Dra. Elaine Aron, investigadora y autora del concepto de personas altamente sensibles, cerca del 20% de la población tiene un sistema nervioso más receptivo y profundo, lo que puede generar malentendidos y rechazos si no se comprende desde la empatía.
Es triste que, para ser aceptados, muchas personas se vean obligadas a ocultar su autenticidad, suavizar su intensidad o silenciar su esencia.
Pero la verdad es que la humanidad se enriquece con la diversidad.
No con lo que todos tienen en común, sino con lo que cada uno tiene de único.
La diferencia no debería ser un defecto a corregir, sino una riqueza a proteger.
Gracias por leer. (Alexandralasoprano)

martes, 17 de junio de 2025

Te tenía olvidado, pero hoy necesitaba escribirte.

 


Últimamente he estado algo asustada. Hay un hombre que me está acosando  y, para mi sorpresa, resultó ser gran amigo de un ex mío. Lo más lamentable es que no solo aparece en mis eventos, sino que incluso ha intentado besarme a la fuerza frente a varios colegas artistas. Ya varios compañeros han presenciado cómo me hostiga, cómo me mira con una morbosidad perturbadora y fuera de lugar.


Ese señor se me acerca  para hablarme de mi ex y muchas veces le digo que no quiero que me hablen de el. ya cuando alguien lo nombra solo digo: no quiero hablar de el, cambie de tema o me voy.. pero insistentemente empieza a contarme cosas repugnantes, historias realmente dolorosas que me han dejado helada. Cada palabra suya me produce un profundo rechazo. Siento tristeza, sí… pero sobre todo una especie de desilusión tan grande, que me ha hecho preguntarme cómo fue posible que yo alguna vez permitiera que un hombre así entrara a mi casa, a mi vida, a mi familia a mi piel.


Me habló de temas asquerosos… y no sé si sea el universo intentando abrirme los ojos, mostrándome a gritos con quién estuve realmente. Pero lo único que sé, es que mi ex y yo teníamos energías diferentes... ESTOY PROFUNDAMENTE DESEPCIONADA NO SOLO POR SU TRATO GROSERO HACIA MI, SI NO POR ENTERARME DE SUS ANDANZAS Y .... 


Yo soy una mujer valiosa, linda, fuerte, llena de luz. Le brinde mi hogar, mi cuerpo, sinnnn protección, hasta quise un hijo con el, pero nunca lo habría hecho si hubiera sabido, lo que ahora se, y ese amigo de el, no es la única persona que me ha contado cosas!!!... No merezco sentirme así. Ahora entiendo que muchas cosas no funcionaban, que todo se venía abajo, y era por la energía que él traía consigo: oscura, caótica, incompatible con quien soy yo ahora.

Él está acostumbrado a un estilo de vida que yo jamás le iba a ofrecer… porque yo no soy una mujer vacía, ni falsa, ni sin alma, nunca fui de tener sexo por tener, ni de ofrecerme por dinero... el al contrario, trabaja solo para pagarlo. 

Tampoco soy una mujer que se humilla, que se traiciona a sí misma o que permite que otros definan su valor.


Hoy comprendo que mi cuerpo, mi corazón, mi arte y mi energía son sagrados.

Y jamás volveré a entregar todo lo que soy a alguien que no se lo merece.


Con amor (y con fuego),


Alexandra.

lunes, 9 de junio de 2025

Ser cantante es ser canal.
Es mucho más que afinar, proyectar o ejecutar una melodía.
Los músicos —sobre todo quienes trabajamos en ceremonias como bodas, eucaristías o funerales— no solo llevamos un instrumento: nos convertimos en uno.
Nuestro cuerpo, nuestro aliento, nuestra piel y nuestras emociones son el canal por donde se mueve la energía del momento.

Cuando canto, no solo uso mi voz.
Uso mi alma.
Absorbo lo que hay en el ambiente: el amor profundo de una pareja que se jura eternidad, la gratitud infinita de una familia que celebra una vida, o el dolor callado de quienes despiden a un ser amado.
Esa energía —densa, vibrante, sanadora o desgarradora— entra en mí. La siento. La reconozco.
Y la transformo en sonido.

Cantar en una eucaristía es, para mí, una oración activa.
Una plegaria viva, elevada en cada vibración de mi garganta.
No canto solo por cumplir. Canto para honrar.
Canto para ayudar a que las almas suban, para que los vivos encuentren consuelo, para que el amor deje su huella aún en medio de la tristeza.
Mi voz no es mía en esos momentos. Es un vehículo sagrado.

Muchas veces la gente no lo ve.
Ven a la artista, al vestido, al escenario. Pero no ven el peso emocional que cargamos al final del día.
A veces llegamos a casa con un nudo en el pecho.
Con energía prensada en el cuerpo.
Porque absorbimos, porque sentimos, porque no somos indiferentes.
Incluso cuando el trato es frío, apresurado o grosero, no siempre respondemos igual. Lo canalizamos. Y seguimos.

Eso es ser cantante. Eso es ser músico.
Un trabajo invisible que trasciende lo técnico.
Un arte que no se mide solo por lo que se escucha, sino por lo que se transforma.
Y aunque no siempre se note…
Nosotros también necesitamos descanso, contención y amor.

Porque para poder sanar con nuestra voz… primero debemos cuidar nuestra alma.
(alexandralasoprano)



 

n medio del caos, de las tormentas emocionales, del ruido que retumba dentro y fuera de su mente… ella solo anhela una cosa: volver a ella.
No quiere luchar, no quiere huir, no quiere fingir.
Solo quiere habitarse.
Respirar su verdad. La música. El alma…
Vibrar con su esencia y naturaleza, Caminar largas horas sin rumbo.
Reconocerse sin máscaras.
Amarse sin condiciones.
Ser libre dentro de sí misma.
Y en ese silencio, ser todo lo que siempre fue.
Ella no está perdida. Solo está regresando a casa.”

Alexandra La Soprano